Szilárd Demeter:Géza Szőcs 70 – Velada conmemorativa en el Museo Literario Petőfi 2023. el 9 de noviembre

Sabemos quién era Géza Szőcs. ¿Lo sabemos? No lo sabemos. Había muchos Géza Szőcs, cada uno de ellos tenía un Géza. El propio Géza aparecía de diversas formas, según le apetecía. Unas veces como húngaro, otras como chino, o como delfín, o como cisne que volvió de América como indio, vino a ayudar al padre Bem en Segesvár, y así ad infinitum. Pudo ser a la vez el rey Atila el Huno y el productor de una producción de Hollywood que hacía una película sobre Atila. Quién era Géza Szőcs, no lo sabemos, pero no es asunto nuestro saberlo, bastaba con adivinar que al menos sabía cuándo y por qué cambiaba de forma.

Para lo que estamos hoy aquí es para preparar la respuesta a la pregunta de diez puntos del poeta muerto: ¿quién será Géza Szőcs?

No puedo responder a eso porque no puedo. Sólo el feliz Viejo Dios y el fumador de puros Géza Szőcs lo saben.

Sí sé una cosa. Géza nos dejó una tarea allá por los años ochenta del siglo pasado, y cito:

«TÚ ERES EL HOTEL DE MI DESTINO ULTERIOR.

De buen corazón, o a cambio de la fortuna que te he dejado

También me gustaría preguntaros algo: si habéis comido, chicos,

y bebiste y me amaste: hablarás e incluso hablarás por mí, ¿verdad?

lo que habría dicho con toda seguridad: no dejaréis que os lo cuelen, ¿verdad? como hubiera escrito en ese poema.

MIENTRAS ME ARRASTRAN

EN EL TRAQUETEANTE COCHE DE CABALLOS DEL COMA

QUEDARÁ COMO MI LEGADO PARA TI

AMIT ELMONDTAM

Y LO QUE NO TE DIJE

I».

Por eso estamos hoy aquí. Para recordarnos a nosotros mismos, a nuestros descendientes, que tenemos un deber: decir una y otra vez lo que dijo Géza, y decir lo que el poeta no dijo.

Una misión imposible, porque no somos Géza Szőcs. Quizá la última vez que el Señor nos encomendó una tarea tan grande fue cuando insufló el Espíritu en la carne humana.

Pero imposible no significa que no debas intentarlo. De hecho, la lección de vida de Géza es que lo imposible significa que hay algo por lo que merece la pena levantarse por la mañana, comer, beber, amar… y hablar.

Estamos hoy aquí porque este es el lugar donde las palabras no pueden amargarnos la garganta.

Y no puede estar amargado porque tuvimos un Géza Szőcs. Tenemos un Géza Szőcs. ¡Y déjanos a nuestro Géza!

¡Que Dios nos ayude a todos!